Era nuestro aniversario y quise darle una sorpresa.
Un regalo para los dos (aunque sabía que me iba a tocar disfrutar más a mí). Sin decirle nada, le di el control remoto y él enseguida supo de qué se trataba, pero prefirió esperar a que mis ganas fueran las deseadas.
Se fue a la cocina y yo continué ordenando los libros eróticos de la estantería.
Entonces empecé a recordar el tacto suave y sedoso del huevo vibrador cuando me lo introduje muy poco a poco en la vagina y cómo no pude evitar encenderlo y meterme en la ducha para probar su resitencia al agua.
Por un lado quería esperar a que llegara él, pero un deseo incipiente me llevó a experimentar un orgasmo súbito que me dejó sin aliento cuando tan solo había transcurrido un minuto.
Mientras recordaba mi episodio del baño, se asomó por la puerta del salón y con una sonrisa pícara comenzó a apretar el control remoto, me agarré a la estantería para no caer de rodillas al suelo y se acercó suavemente por la espalda susurrandome al oído: ¿Quieres más?
Contesté como pude: Sí, llévame a la eternidad.
En ese instante el tiempo se detuvo y nos fundimos en un amor enfurecido.
Desde entonces, RO-DUET es nuestro juguete sexual preferido.